El caso es que Michelle Obama -que también dejó el apellido en la cancela de la Casa Blanca- no se puso velo para rendir los honores al difunto rey Abdalá bin Abdelaziz, de Arabia Saudí. Los autóctonos criticaron la ausencia de detalle: Qué falta de respeto, dijeron, aunque aquí nos pareció que decían: Qué falta de miedo. Nada que ver con los pusilánimes Time o Post, que ni se atrevieron a dar en pequeñito las viñetas de Charlie Hebdo (para no provocar). Michelle es de esas mujeres que necesitan de la semiología para comunicar su mensaje. Podía haber optado por no acompañar a su marido al país de los petrodólares, donde todo el mundo quiere hacer negocios nutritivos, pues la postura de Occidente frente a las contradicciones de los países del Golfo no es caldo de pollo sino auténtico cocido. No era la primera ni será la última que desafíe los códigos locales. A diferencia de la reina Letizia, que se cubrió sutilmente la cabeza para visitar oficialmente Marruecos -la reina de África la apodaron-, Michelle prefirió lucir su empoderada melena al viento de la libertad yanqui (aunque luego te controlen el teléfono e Internet, díganselo a Edward Snowden). Si buscaba la complicidad de las autóctonas, de poco le serviría el gesto, porque para la mayoría llevar velo en público es un código cultural completamente interiorizado.
El savoir faire de la vieja Europa, ceremoniosa, cumplida y, pese a todo, señorial dialoga con el “desenfado” norteamericano (que en el fondo no es sino la demostración de que les falta mundo). Porque, ¿cómo se concebe que Obama no estuviera en París el día de la Marcha Republicana? Mientras, política y realeza europea complacen el protocolo foráneo y, según titulares: “Causan sensación con sus velos”. La vida es un código, con sus pins y puks, sus apellidos, sus corbatas, sus pañuelos. Y el secreto consiste en saber descodificarla.
Leyenda viva / Iris Apfel
Si hace una semanas era Joan Didion y su campaña para Céline quien rompía la imperativa alianza entre moda y juventud, ahora es la diseñadora Iris Apfel, que cumplirá 94 este año, quien demuestra una vez más que el estilo es sobre todo una cuestión de actitud. Inimitable, siempre sobrenjoyada y con sus gafas negras convertidas en iconografía de resistencia, contó entre sus clientas más fieles a Greta Garbo o Estée Lauder y llegó a estar en nómina de la Casa Blanca, donde trabajó durante nueve mandatos, de Truman a los Clinton. Tras su exitoso paso por algunos de los festivales más cool -Nueva York, Palm Springs, los Hamptons-, el documental sobre su vida y obra, Iris, se estrenará en abril en EE.UU., dispuesta a reescribir De senectute.
Casta diva (pop) / Taylor Swift
Los hackers que aterrorizan a actrices, cantantes y celebrities anuncian haberle robado fotos íntimas a Taylor Swift, siempre tan perfecta, angelical, cursi; y ella, en vez de echarse a temblar, se da el gustazo de responderles: “¿Hackers que tienen fotos mías desnuda? Pfff… ¡Ya les gustaría! Pasadlo bien con el Photoshop”. En un tiempo en que la popularidad de estrellas como Lady Gaga, Rihanna, Nicki Minaj crece más a golpe de selfie caliente que de single, hoy casi se nos hace extraño el recato de la otrora cantautora country. El elemento sexy, lejos de languidecer, se ha convertido en una poderosa herramienta de marketing, aunque también cansina, por ello la castidad folk parece, más que excéntrica, escandalosa.
Sin aditivos / Matías Prats
Pocas simpatías son comparables a la del impertérrito Matías Prats, capaz de abrir y cerrar un telediario con la frescura de la primera vez, aunque lleve toda la vida diciendo “Buenas tardes”. En el 25.º aniversario de Atresmedia, en el antiguo edificio de Correos, demostró una vez más -junto a la naturalidad de Susanna Griso- que existen grandes amores de cámara y plató. Los rostros de la tele y la radio tuvieron un vis-à-vis con los Reyes, fundidos entre corrillos. Políticos y periodistas aprovechaban para dar o recibir, precalentando mensajes electorales. Felipe VI emprendía esa misma noche un viaje a Etiopía, por lo que Prats le felicitó con sinceridad: “Majestad, Etiopía es un lugar muy divertido para pasar un cumpleaños solo”.
Tanto los políticos, actores, cantantes y sus respectivas parejas, una vez saliendo de sus lujosas residencias viven para las cámaras y es por eso que no quieren perder su imagen; protocolo que en muchas ocasiones agrede a las diferentes culturas a donde se presentan.
Por lo general las figuras publicas (no todas) tienen el ego altísimo que se desconectan de la realidad y viven en un mundo de fantasía que ellos mismo construyen en base a la vida extravagante que llevan.
me gusto el blog sobre todo porque es literatura y puede uno dejar la opiniones a los escritores me comprometo a leer tus libros comentarios ,etc, saludos
Hola, Joana Bonet., soy Judith Justo., me parece muy interesante este sitio tu manera de expresar es fantástica. y sí la vida es un código en todas los niveles sociales, políticos, status, etc.
hola, yo pienso que los codigos son un simbolo de respeto para algunos, pero no todos la debemos segir al pie de la letra por que todos somos distintos y tenemos nuestro propios codigos, hay codigos que en verdad son exageraciones y otras que no.
Hola soy Jose Luis me pareció muy interesante este blog porque al Igual que yo pienso que todos los tipos y niveles de vida tiene su propio código