Sandberg es la nueva gurú de la feminidad combativa. Detesta las voces heterodoxas del nuevo feminismo que sostienen que una mujer no puede tenerlo todo, y que, en lugar de excluir la biología, hay que surfear las olas del determinismo y la cultura patriarcal que nos ha ido envolviendo como capas de cebolla. En ellas se agazapan las fantasías que engordaron el ideal del hombre protector que nos rescatara de la melancolía existencial. Y la constatación de cierta impostura: ¿acaso es un imperativo mostrarse seria para gozar de mayor credibilidad? Cospedal afirmó en una ocasión que sí, que puede que a fin de que la tomaran en serio se hiciera la antipática.
Es arriesgado agitar tanta retórica en el mismo frasco. Sandberg ha desarrollado una carrera impresionante recibiendo el apoyo de varios hombres. También cuenta con una brigada de cuidadoras que la ayudan a conciliar, así como con una fortuna de más de mil millones. En su superventas Lead it animaba a las mujeres a trepar y denunciaba que cuando ascienden, se les escupa una lluvia de dardos: Fría y calculadora, ambiciosa, conflictiva, marimacho, trepa o incluso loca. No sé si a ella le ha ocurrido, con lo bien que le han ido las cosas, ni el por qué de su superioridad moral. He buscado Sandberg españolas, y no las encuentro. Claro que hay mujeres poderosas y preparadas, pero apenas se cuentan las lideresas. ¿Por que no permitir entonces que nos tachen de mandonas? Puede ser incluso cariñoso. Antes nos llamaban frígidas.
Hippie y cínico
Neil Young sale de su habitáculo repleto de contradicciones: “Escribir es muy cómodo, tiene pocos gastos y es una forma estupenda de pasar el tiempo”, asegura con cinismo y sin poesía. Young es de estos tipos al que sólo nos gustaría escucharlos, pero del que preferiríamos ignorar sus filias políticas e incluso culturales. Asegura, por ejemplo, que juega con trenecitos pero no lee libros, porque interfieren en su proceso creativo. De El sueño de un hippie, traducido al español por Malpaso, dice Young, a sus 68 años, que ha sido escrito sin estar fumado, porque el médico le aconsejó que dejara las drogas. Lo cuenta con más pedagogía Boy George que con nuevo disco declara que le ha costado 47 años aprender a no ser autodestructivo. Media vida.
Las señoras Jagger
Bianca Jagger hace años que cambió los focos por las oenegés. Su esmoquin blanco, escotado, con pamela, marcó un antes y un después en las bodas de famosos. Conversé con ella y me ilustró acerca del viaje interior de una mujer cuya notoriedad arranca al casarse con Mick Jagger. También he conocido a Jerry Hall, su opuesto. Rubia chispeante, cansada de ser una has been, ha acabado por montar una agencia de modelos con sus hijas. Ser novia o mujer del Rolling debe ser un trabajo en sí mismo. L’Wren Scott destacaba por alta, y delgada, con una feminidad muy masculina. De nuevo se entona la triste balada de los suicidas fashion, que parecen tenerlo todo, incluido un ático en Manhattan, cuando no se tiene nada.
La Pantojita
Si en este país los asuntos populares se enfocaran con cierta profundidad, más allá del consabido morbo, la maternidad de Isabelita se hubiera acompañado de una matraca de reportajes sobre los embarazos adolescentes y el riesgo de exclusión social que corren esas chicas que, de la noche a la mañana, pasan de jugar con muñecas a tener un bebé en brazos y abandonan los estudios. Aquí, prima el vodevil, representado por la pintoresca familia de la folklórica, cuyos últimos años han alumbrado más tropiezos que triunfos. También la mofa: a su hija le han criticado que saliera “demasiado peinada” del hospital, idolatrando que con dieciocho años sea madre. Ahora, a esperar la exclusiva de la nueva familia derrochando felicidad y photoshop.
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