Hoy, casi cualquier museo de París, palacio neobarroco, bulevar para flâneurs o fuente del Segundo Imperio puede alquilarse, por no hablar de la gloriosa porción de patrimonio histórico que Hollande ha puesto en venta (como el cuartel Lourcine, en el bulevar Port-Royal, por 52 millones de euros). Sarkozy ya demostró cómo se podía mercadear con la piedra noble con la venta del legendario edificio de la Imprenta Nacional a un precio irrisorio que hizo bramar a las inmobiliarias. Deshacerse de viejos inmuebles tocados por la grandeur que casi todos los franceses sentían como suyos ha reblandecido a sus ciudadanos, que cada vez compran menos flores y menos baguettes, y asisten a la debacle del empleo juvenil -que ha sobrepasado el 25%-. Durante la semana de la alta costura, muchos hoteles han pinchado; taxis con su humilde luz verde podían pararse en plena calle, cuando hace cuatro días no daban abasto con las colas de las paradas; en el restaurante L’Avenue, cuyas camareras-modelos antaño te atendían mirándose a la punta de los pies, había mesas libres y las serveuses se habían convertido en encantadoras gacelas. Este invierno, cualquier español debe paladear el manjar de la condescendencia al cruzarse con un parisino solidario con nuestra crisis, el mismo que hace un par de años se echaba las manos a la cabeza -y estallaba en una cyrana carcajada- ante el estropicio originado por tanta fiesta y siesta.
Mientras Hollande y sus mujeres ocupan las portadas de todos los semanarios, amarilleando ruidosamente el quiosco, el anuncio de nuevos impuestos y tasas, la subida del IVA y los recortes sociales agrisan una ciudad que fue concebida para hacer literatura. Y parece ser, en cambio, que sólo McDonald’s pudo evadir más de 2.000 millones a Hacienda desde el 2009 porque el Hollande tasador de ricos no fue capaz de controlar a una gigantesca y multimillonaria cadena de hamburguesas. Mientras tanto, el 80% de franceses están en contra de la política fiscal del Elíseo, Le Figaro publica que Amancio Ortega ofrece 1.200 millones de euros por una veintena de inmuebles en los barrios más chics y los qataríes, de aspiraciones afrancesadas, a este paso acabarán comprando la Tour Eiffel. Hasta París entero.
Agrisan una ciudad que fue concebida para hacer literatura.eres inmensa , buenísima
fantástica descripcion de lugares fantásticos en donde todo puede ocurrir es impresionante la manera de vida en la hermosa ciudad de parís!!
Estimada señora Bonet,
Sus palabras reflejan la tristeza de nuestros días. Para que no termine de deprimirse, le aconsejo que lea -si no lo ha hecho ya- el artículo que José Carlos Llop escribió en El Diario de Mallorca el pasado día 19 de los corrientes “Añoranza de Francia”
http://www.diariodemallorca.es/opinion/2014/01/19/anoranza-francia/904498.html
Es todo un lujo poder contar, mejorando la presente, con escritores de la talla del señor Llop en la prensa diaria.
El centro de Europa, que no su origen ni tan siquiera su ombligo, ha obligado al sur (“bressol” de la cultura occidental) del continente a arrodillarse y entregar las alhajas.
Lo que no haremos, aunque queramos, es entregar nuestro genio y nuestra creatividad. Alemania se está equivocando por tercera vez en los últimos cien años.
A la tercera va la vencida.
Un saludo cordial,
Tomeu.
Ciudades, Dios creo el campo el hombre edificó la ciudad. Pueden lucir estas sexis o lo que sea, pero, estan hechas a escala humana ?. La paradoja de la soledad ante la urbe inmensa donde burbujea la humanidad nos interroga. Babilonia, sexi y anti-Divina.