Saltar al contenido →

El sacrificio

boo-ritson-snack

Una argumentación moral articula el consejo del comité de expertos que insta al Gobierno a bajar las pensiones: “el sacrificio”. Se trata de un hallazgo, unas notas de música humana, casi animal, en mitad de un informe elaborado por tecnócratas. “El sacrificio es más fácil de aceptar en tiempos comprometidos que en medio de la bonanza”, razonan. Y te preguntas por qué han introducido una palabra propia de predicador entre cálculos, porcentajes y factores de equidad intergeneracional. Acaso una lección de psicología de masas. Como si no hubiera sido suficiente con el adiestramiento en la austeridad, tan vinculado al puritanismo. Desde tan elevado pedestal, doce expertos admiten el supuesto de que no hay ira que prevalezca por encima de las estrecheces cotidianas. Y coinciden en que no existen condiciones tan propicias como las actuales para que los ciudadanos encajen la necesidad de sacrificio, como si aún no se hubieran abonado a él. Tras años de estrecheces, la responsabilidad colectiva va ampliando su espiral de negritud. El mandato político y económico sostiene que la renuncia es obligación, una condena implícita. Nada que ver con aquella noción del sacrificio alentada para conseguir un propósito o los favores del destino. O para probarse a uno mismo y medir la voluntad y el coraje. Este sacrificio no es prueba ni meta, sino factor de sostenibilidad, afirman; y ahí sobrevuela la convicción de que el estoicismo deviene irreversible, por ello una sociedad cada vez más empobrecida se replegará al nuevo manual sin chistar.

La imagen de una población sacrificada adquiere tintes heroicos, incluso un brillo conmovedor, un ruido de fondo ahogado en una especie de silencio íntimo. Aunque todo lo enumerado es pura palabrería. La realidad viene conformada por un amplio repertorio de voces de alarma que instan a actuar contra las auténticas hemorragias, como la desnutrición. Y contra la peor de las pobrezas: la infantil, funesto símbolo de un sistema fallido. Porque el mismo que celebra estrellas Michelin, comida emocional y sinfonía de panes, también cierra comedores escolares reubicando el hambre en el guión del mundo occidental.

La dignidad sacrificada podría parecer doblemente digna mientras las sombras urbanas revuelven en la basura, y los profesores observan que, a falta de táper, los chavales comen pan con pan. Los comedores sociales ya no entienden de rango, y se multiplican las familias que recogen bolsas de alimentos. Al tiempo, diversos estudios aseguran que en época de crisis se consumen alimentos más ricos en calorías como una reacción del subconsciente de aquellos que deben estar preparados contra la adversidad. No podría hallar mejor resumen de sacrificio moderno que el hambre calórica. La búsqueda de la grasa como efecto saciante pero sobre todo como paliativo.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

Un comentario

  1. blas paredes blas paredes

    Si tras la catarsis llega una época parecida a la que vivimos hace veinte años, yo, particularmente, encontraría positiva la noticia, pues la sociedad actual, tan blanda, carente de ideales, rendida al consumismo y a los caprichos, y sin otro norte que el bienestar material me produce repugnancia.
    Si este era el nivel de bienestar por el que hemos luchado durante años el error de cálculo ha sido imponente. Nuestros hijos encadenados a los móviles, al pc, al mp3, al alcohol, a la diversión simplona y masificada. Y los mayores al puente, a las vacaciones horteras, al spa, a las cenas, al coche nuevo. Si estas eran las conquistas sociales a las que aspirábamos parece justificado el tirón de orejas que estamos sufriendo.
    Nos lo merecemos, igual que la clase política es la consecuencia directa de nuestra decisión emitida por las urnas. ¿O es que los políticos, los empresarios, los banqueros, los innumerables trileros, no son gente nuestra? ¿No va siendo hora de que dejemos de practicar la exculpación absoluta, como los niños que son sorprendidos?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *