Derrota y victoria aliñan caprichosamente los discursos como una vinagreta. Mas dice que tenemos que abrir un “periodo de reflexión”. ¿Otro? En la foto de Pedro Madueño que publicaba en portada este periódico a cinco columnas el lunes 26, el lenguaje no verbal dominaba la escena del balcón del Majestic: la media sonrisa entre compungida y de buen perder de Helena Rakosnik que rodea con su brazo el hombro del marido, “llevando los pantalones”.
El PP sube un diputado y lo celebra como si hubiese ganado Obama: ¿qué hacía una ilusionada Sánchez-Camacho y sus hombres con una copa de cava gritando “Catalunya es España”, al tiempo que aseguraba que su prioridad es combatir la crisis? Cierto que las fotos en las sedes de los partidos, pierdan o ganen, resultan extremadamente forzadas. Y anticuadas. Como una declinación antiestética del “dar la cara”, otro lugar común que todo el mundo espera: palabras huecas y rodeos semejantes a los del lenguaje de las parejas cuando algo no sale como esperaban.
ERC, a pesar de doblar diputados, no sirvió ni canapés ni cava, según informaba Joaquín Luna, ahí es donde más se aprecia el componente outsider, el fuera de tópico. Razonaba Max Weber, otro clásico, tan citado estos días por los “analistas”, que una nación es un resultado, nunca un propósito. Puede que esa sea la razón por la que en ninguno de los diarios consultados se publica la imagen de Junqueras celebrando su resultado sobre un podio, sino que lo muestran vigoroso y feliz entre la masa, cogiendo fervorosamente las manos de militantes y levantando entre banderas las suyas. Pisando fuerte, a por todas, a cor obert… Aunque frente al vaso medio vacío, se diga que han perdido todos. Malditos tópicos.
Comentarios