La invocación al milagro cotidiano impregna tanto las noticias económicas como la publicidad para fortalecer las uñas. En Europa, más de 17 millones de personas no tienen trabajo, una masa tan anónima como extraviada a la que sólo le queda esperar, como en una película de Frank Capra, que ocurra algo. Con una mirada vulnerable, las pupilas dilatadas, y sobre todo con una querencia por volver a pensar como cuando éramos niños y creíamos que nuestros propios pensamientos eran capaces de alterar el orden natural de las cosas gracias a una intervención sobrenatural.
El emisario de Merkel, Volker Kauder, afirma haberse llevado «una excelente impresión» de las medidas aplicadas por el Gobierno español. Acaso una impresión parecida a la de quienes han probado un compuesto «para estar todo el día al 100%» —¿qué clase de masoquismo habita en nuestra aldea global para querer estar todo el día a cien?—. Las recetas visionarias para la recuperación son tan sonoras como los llamados productos milagro. Y es que estos son tiempos prósperos para agoreros, brujas, loterías y esmaltes de uñas. Según el nuevo nail index: en el 2010 las españolas se dejaron crecer las uñas como nunca —increíble metáfora— y las ventas de esmaltes multicolores aumentaron.
El pensamiento mágico nos invade, aunque el escepticismo asuele nuestros corazones con tanto descreimiento como el horóscopo. Pero los hay que siguen creyendo fervorosamente en la astrología, como esos periodistas que siguen preguntándole al personaje «¿cómo ve su futuro?». También están quienes desde las portavocías oficiales defienden la asfixia social apelando a la voluntad y al esfuerzo. Pero, ¡ay del exceso de voluntarismo, el que a menudo significa no entender el misterio de la vida humana! Las contradicciones habitan en el colorido de la personalidad, mientras que en nombre de la voluntad se han perpetrado horrores y se han prodigado los infelices. Sin recortes hay riesgo, dice Rajoy. Pero con ellos, también. De ahí el auge del pensamiento mágico que tolera tan bien el engaño: un 69% de consumidores dicen haberse encontrado con publicidades engañosas, pero no por ello pierden la fe en que algún día amanecerán más guapos y delgados. Y con trabajo.
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