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¿Quién mueve los hilos?

De nuevo, un término tan literario como abismo aflora en primera plana de la actualidad. Se utiliza sin mesura, aunque también sin intención poética. La imagen de una negritud indefinida, la frontera entre los contornos posibles y la nada. Nos acompaña el lenguaje catastrofista durante este año: hundimiento, debacle, precipicio… junto a una jerga técnica que el ciudadano, ayudado por la pedagogía de los medios, utiliza con progresiva desenvoltura: prima de riesgo, keynesianismo, default. La palabra que titula la primera década del siglo XXI es sin duda mercados. En plural, cobijada tras su sombrío anonimato. Dicen mercados cuando podrían decir bancos, de forma que el sujeto se esconde tras la suma de fuerzas abstractas responsables de que el dinero emprenda una caída en picado o aliente una remontada. Pero, sobre todo, ha conseguido que pasemos de lo físico a lo intangible. La economía ha ganado la partida a la política y ha tecnificado tanto el discurso público que sólo los tecnócratas —que el mercado coloca al frente de los estados aparcando incluso transitoriamente la decisión de las urnas— parecen capacitados para manejar las arcas públicas mientras gobiernan un futuro incierto que Merkel cifra en diez años.

El pensador de moda Jeremy Rifkin asegura que sólo el talento y la empatía, un compromiso activo que nos hace parte de una experiencia colectiva, nos sacarán de esta crisis. Pero hay que restar el declive del liderazgo que dominaba la retórica emocional y que ha sido eclipsado por el desplome de sus utopías. Así, ha emergido el profesional de la política, por dejación de aquellos que conseguían contagiar la esperanza con las metáforas de sus discursos. «Hoy no hay ningún líder idealista y esto conduce a la desazón de los indignados, esa especie de minirrevolución ciudadana por todo el mundo», asegura el consultor político Luis Arroyo, que ha llevado a cabo un estudio para la Fundación Ideas que pronto verá la luz. En él se llega a una curiosa conclusión: el 90% de los españoles está de acuerdo en la intervención estatal para evitar la acción de los especuladores. Y sin embargo la misma abrumadora mayoría se muestra contraria a ello si dificulta el libre funcionamiento del mercado. ¿Hallará Rajoy, que ha prometido poner en práctica un paquete de medidas anticrisis exprés, el dorado punto medio para encauzar la recuperación? ¿O será una pieza más de la economía globalizada que dicta medidas y tumba gobiernos?

La prueba concluyente de la acumulación de poder en unas pocas manos la ofrece un estudio publicado en New Scientist que viene a confirmar a través de las matemáticas los eslóganes de los indignados en todo el mundo: un selecto grupo, menos de un 1% de las empresas multinacionales, tienen en sus manos el poder financiero mundial. Se llaman JP Morgan, Goldman Sachs, Meryll Lynch, Deutsche Bank, Credit Suisse… El propósito de la investigación era trascender la ideología para identificar empíricamente las redes de poder. Y no es que su acumulación desproporcionada sea negativa en sí misma, indica el estudio, lo más peligroso es la conexión entre estas compañías, de forma que contagian sus oscilaciones a la economía global moviendo los hilos del planeta.

Nunca habíamos visto tan borroso, ni habíamos sentido reptar con tanta intensidad la incertidumbre a nuestro alrededor. La realidad nos empequeñece, por eso es tiempo de simplificar las rutinas y volcarse en los afectos desplazando ambiciones por placeres sencillos.

Contemplar cómo avanza el invierno y cómo va emblanqueciendo el amanecer a pesar de que oscilemos entre números rojos y negros, mientras de nuevo nos decimos menos es más.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

3 comentarios

  1. Joana…eres la reencarnación de Capote. Esto no es un artículo, es arte, niña. Qué bien escribes y qué reflexiones tan certeras pero, además, tan bien plasmadas…voy a seguir leyendo a ver si se me pega algo :)

  2. Placeres sencillos…si la vida nos deja, Joana. Un abrazo grande, guapa

  3. Angeles Caro Angeles Caro

    Que bonito joana, que bien escribes, me remueves el alma entre la tristeza y la esperanza!!!!
    volver a los pequeños placeres ,es un camino que nos impone la crisis? Seremos capaces de conertirlo, de erdad, en nuestra filosofia de vida? y lo que me parece mas importante….Seremos capaces de transmitirlo a las siguientes generaciones? a nuestros hijos? Ojala!!!!
    Angie

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