Niños paseando en bicicleta por los solares de Juaritos. «Mi primo es el de sin cabeza». Habituados a contar el número de cadáveres que ven a diario. 10 crímenes en seis horas. Lo cuenta Judith Torrea en su libro Juárez en la sombra. La única periodista extranjera que vive en la ciudad más peligrosa del mundo. Escribe: «lo que se mata es la democracia. No la veo. Se ha perdido entre tanta impunidad». Tiene razón Juan Cruz, prologuista del libro, en señalar que el periodismo no es un bisturí. Pero la información modela los contornos de la vida. Queda alentar a quienes denuncian el terror convertido en costumbre. En Centroamérica se han triplicado los crímenes de mujeres. Estados fallidos, corrupción y deterioro de la clase política. Narcoviolencia. Misses Cautivas en las cárceles cada ocho de marzo, y estampas de la Virgen de Guadalupe.
No hay ningún argumento que justifique esta epidemia, esta normalización de la violencia. No hay motivo.
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