Lujo y caos
Nos encontramos con Gilles Lipovetsky, uno de los máximos pensadores de la modernidad y del sentido de la moda, en el Museo del Traje de Madrid. Imparte una clase magistral en nuestro Curso de Periodismo de Moda, organizado con la Universidad Politécnica. Lipovetsky es vehemente, apasionado y cercano. Su única excentricidad son sus gafas azules. Utiliza papel reciclado. Y considera que hoy vivimos un mundo abarrotado por las tendencias, no sólo en la moda, sino en la arquitectura, en la alimentación, incluso en el amor. «Antes existía una unidad estilística en la moda, inspirada en la alta costura. Hoy no hay sino el caos de las tendencias y de los neologismos; vivimos en la era del patchwork», asegura. Lipovetsky nos ayuda a mirar nuestro tiempo con una mezcla de admiración y de terror, como la primera vez que subimos a una montaña rusa. Es ante todo un observador que se detiene frente a la realidad acelerada que se nos escurre entre los dedos. La piensa. Afirma que el mundo sólo se mueve a golpe de contradicciones. Y aunque se define como un «viejo racionalista» no es un intelectual gruñón, sino un gran optimista. Sí, dejamos atrás la era del chic y hemos entrado de lleno en la del look, el lujo se ha apropiado del lenguaje del espectáculo, la moda coquetea con el arte y las marcas invierten más en marketing que en tejidos. Pero ahí llega la gran ratificación: «Antes la moda era sinónimo de despotismo, de dictado, y hoy, afortunadamente, es sinónimo de libertad y democracia».
En el Musée Rodin
En sus jardines, a pocos metros de las habitaciones con suelo de madera crujiente que guardan las imponentes curvas y los besos de Rodin, se celebra un desfile histórico. La última colección de Galliano para Dior, entre la tristeza y la ejemplaridad. Su presidente, Sidney Toledano, evoca los valores de la maison: excelencia, savoir faire, respeto a los otros, ligereza y felicidad. Y habla en nombre de las víctimas del Holocausto y de la dignidad humana. Aplausos y lágrimas. La caída de uno de sus mitos, hace poco encumbrado en su Olimpo, requiere una reflexión. A Galliano se le exigía sorpresa continua, show, provocación e insolencia en el centro del lujo. Y la maison Dior reaccionó en un claro ejemplo de cómo a la moda hoy se le exige responsabilidad y ética. En París hubo más: los luminosos naranjas de Amaya Arzuaga que ha regresado a París, con su orfebrería textil; los apabullantes drapeados del aplaudidísimo Haider Ackermann; las mujeres felices de Sonia Rykiel; las napas sensuales y las siluetas estilizadas de Loewe; los golpes maestros de Chanel, Lanvin o Céline. Y una legión de periodistas y compradores que siguen vistiéndose de negro mientras los escaparates explotan de color.
Mujeres sabias
El Instituto de la Mujer ha organizado un concurso de fotografía con motivo del Día de la Mujer Trabajadora. Requisito: ser mayor de 60 años, escapando al discurso central del permanente elogio de la juventud. ¿Qué ocurre con la experiencia o con el misterio de la madurez? Es hora de que la personalidad gane a la pose y la experiencia a la inseguridad. Esa es la verdadera razón de muchos extravíos. Un sistema que contribuye a alimentar la inseguridad de las mujeres, que sigue cosiendo su vida con tópicos ya superados. Hay que empezar a celebrar las huellas del tiempo; la suerte de crecer, amar buscarse y hallarse a través de ese vapor que nos conecta con lo que en verdad somos: nuestra intimidad.
Yo me quedé tan prendado de Lipovetsky cuando salió en anagrama La era del vacío, que lo continué llevando bajo el brazo por los cafecitos de las ciudades por donde paseaba, símbolo de adhesión, una bocanada después del fin de las revoluciones, el momento en el que nos había situado Lacan.
Ningún otro teórico, o divagador del postmodernismo me interesó ni siquiera la mitad. Y luego cunado empezó a contradecirse en sucesivos tomos (aclarandolo de puño y letra en los prologos) sobre el hipermodernismo, sobre el fin de la atomización de la sociedad, definitivamente me cautivó.
¿ Cómo se puede estar fresco, libre de trauma, u optimista si no se cultiva la contradicción?. Desconfío de todo juramento que dure más que la satisfacción de haberlo proclamado.
Que lindo lo de las modas, como me regocijo en lo bien escrito que está todo, y como se aprende.
Un saludo.