En un reciente estudio sobre las expresiones faciales, su autora, la doctora Paula Niedenthal de la Clark University, afirmaba que, a pesar de que la sonrisa sea uno de los gestos más comunes de los humanos, había encontrado débiles explicaciones científicas sobre el asunto. «Creo que es un tema bastante oscuro, no sabemos mucho», declaró a The New York Times. Su proyecto ha consistido en construir un nuevo modelo teórico sobre la sonrisa, así como analizar la percepción que tiene la gente de ella. ¿Por qué —se pregunta la doctora— cuando una persona sonríe cerrando los ojos, el espectador la imita sin darse cuenta? O ¿por qué al saludar sonreímos levantando las cejas mientras que en la llamada sonrisa de poder o menosprecio se eleva el mentón? De todo ello, la conclusión más clara es que resulta difícil discriminar las sonrisas falsas de las verdaderas, ya que difícilmente se pueden extrapolar las circunstancias que las rodean. La desconfianza y la sospecha de que detrás de una sonrisa se esconde una razón interesada ha ganado adeptos en esta era escéptica. Sonreír en exceso hoy es un defecto. Bien lo sabe Jordi Hereu, en comparación con la mucho más taciturna Montserrat Tura, quien en cambio goza de un alto nivel de credibilidad. O el presidente Zapatero, un auténtico mago de la sonrisa diáfana, respecto a frau Angela Merkel.
Mañana Merkel llega a un país herido, en el que nuestros ministros pretenden cerrar un plan para que sus estudiantes mejor formados, y en paro, puedan convertirse en la primera hornada de inmigrantes con dos carreras y un máster. La conservadora Merkel, «Miss Mundo», como la apodaba maliciosamente hace un par de años The Economist, ha conseguido pilotar Alemania a velocidad de crucero, eso sí, después de cuadrar a los bancos y retrasar la jubilación. Poco acostumbrada a reírse mostrando los dientes, la sonrisa de Merkel es tan discreta que carece de brillo. Una virtud, porque las medias sonrisas enigmáticas, que difícilmente se pueden imitar o simular, son las que más atraen y convencen. La doctora Niedenthal sostiene que los psicólogos están a punto de aprender los secretos de las sonrisas que los artistas descubrieron hace siglos, como Leonardo Da Vinci y su Mona Lisa. Merkel ha sido tildada de reservada y aburrida, y según el barómetro del Real Instituto Elcano este es el adjetivo más negativo acerca de la imagen que los españoles tienen de Alemania: un país culto, trabajador, europeísta, pacífico, fiable…, pero aburrido. Para emociones fuertes, aquí estamos los españoles.
Sonreir nos salva, en cualquier caso. Somos utópicos, quijotes, alocados pero grandes. Mi instructora de yoga Marisol Suanzes dice que cambiando el exterior cambiamos el interior. Pues eso…contra viento y marea, sonreir..Dicen que la sonrisa no social es cuando se achinan los ojos…o sea, que esa es la auténtica.
Besos y sonrisas, Joana