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Las calles del mundo

Mientras Gato Barbieri toca el saxo en el Blue Note, el último mendigo del Bowery se detiene ante los portales de un moderno hotel que años atrás fue su casa. Por entonces abundaban las flophouses en esta zona del East Village, el Dandy, el Niagara, incluso el Grand Windsor, nombres rimbombantes para conjurar la mala suerte. La burbuja inmobiliaria también estalló en los cuartuchos de los héroes caídos derribando sus himnos de desolación. Hoy, Bowery es una avenida de moda, con galerías de arte, y cafés insolentemente friendly donde los camareros te preguntan cómo has amanecido. Pero al lado del hotel que Sean MacPherson decoró con muebles de su madre, quedan aún un local del Ejército de Salvación y un centro de desintoxicación. Los homeless de piel ennegrecida se han repartido por la ciudad, con sus gorros calados hasta las cejas y sus carros-casas ambulantes. Con un poco de suerte dormirán en el metro.

En Nueva York, la modernidad respira cruce de culturas y los pájaros, lejos de caer muertos del cielo como en Arkansas o Maryland, ensayan bellas coreografías hasta posarse bajo las cornisas, como si saludaran en fila. Hasta aquí llega el eco de festejos egipcios en Queens, aunque sus participantes, eufóricos, se echen las manos a la cabeza pues hasta ahora el Occidente libre y democrático nunca había llamado dictador a Mubarak.

El Gato va a cumplir 80 años, y después de una década sin tocar, triste de amor por la muerte de su mujer, ha vuelto a los clubs de Manhattan. Hasta el escenario lo acompaña un chaval, podría ser su nieto. Es de esas imágenes que valen el precio de la entrada, un viejo y un chico que se entienden sin palabras. Además de tener a un palmo el saxo de quien compuso el tema central de El último tango en París —dos semanas después de la muerte de Maria Schneider— dispuesto a marcar cuatro y empezar. Sus notas largas y el tono desgarrado triplica las caricias entre las parejas que comen las patatas fritas de Nueva York y que saben tan diferente del resto.

«Mira la épica de los periódicos, tan conscientes de que están haciendo historia; estas crónicas se releerán en diez años, y entonces, de la ya llamada “revolución del 25 de enero” se destacará que se produjo diez años después que el 11-S», me cuenta Andrea Aguilar, que enseguida entendió lo primero que debía hacer una joven periodista en la ciudad: dedicar dos horas diarias a leer The New York Times. Nos detenemos ante la foto casi bíblica que ocupa la página 5, del catalán Moisés Saman: un grupo de hombres recostados en un rincón de la plaza y bañados por una luz amarillenta, con la huella del cansancio y la victoria. El saldo ya no es invisible ni en contra de la libertad. Esta vez se ha escriturado. La revolución de los jóvenes, las mujeres e internet ha revertido el orden mundial.

En el Starbucks del Soho todo el mundo se sienta frente a la pantalla de su portátil. Ya no se entiende la sociedad de otra manera. Internautas multirraciales no sólo dispuestos a respetar las costumbres autóctonas, sino encantados de hacerlo.

Ni rastro de crisis, «ese es un asunto español, griego y portugués», me dice Natalia Camprubí, que termina un MBA de la London Business School en Columbia. Los jóvenes sobradamente preparados han ampliado sus miras. Una de las pruebas de ingreso consiste en explicar qué has aprendido de tu mayor fracaso. Y uno de sus más eminentes profesores, el gurú Raman Uppal, les recomienda que lean a Siddharta. El mundo se mueve rápido, en Bowery y en Queens, en Tahrir, en la City, y siempre parece más veloz cuando estamos fuera de casa. Las notas largas del Gato engrandecen la noche. Marcar cuatro y adentro.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

8 comentarios

  1. Inma Canongia Inma Canongia

    Esta mañana temprano, ya pude leer en La Vanguardia un recorrido de tu mano por New York.
    Me parecía estar a tu lado. Gracias por hacernos co-participes de tu sensibilidad.
    Por favor para mañana más.

  2. Ana Nance Ana Nance

    Se puede decir que Nueva Yorke es de todos… no tienes que ser de alli ni vivir alli todo el tiempo para sentir o ser Nueva Yorkina, solo hay que caputurar su essencia llevandolo dentro y expulsando su aire de forma que los demas que comparten el mismo feeling inspirando con tus palabras. You are a part of the Big Apple!

  3. Marta Almonacid Marta Almonacid

    Me ha encantado porque me has acercado un poquito a una ciudad que tengo muchísimas ganas de conocer. Además influye mucho que la persona que te describe un lugar lo haga tan bien. Besos y que tengas un buen día

  4. uf como lo extraño todo los pajaros, las patatas fritas, el sueño americano persiste bieeeeen, traenos un poquito a casa besos e

  5. Jordi Jordi

    Nueva York tiene un aire a Madrid. Son ciudades de todos los que la visitan. Estén un dia, 2 semanas o vivan ahi desde hace 20 años. Ciudades que te acogen sin preguntarte, sin obsesiones identitarias, sin tabues, libres y abiertas. Probablemente Madrid y Nueva York son las ciudades mas acogedoras del mundo, ciudades hermanas.

  6. En la ciudad que nunca duerme todos nos sentimos como en casa.

  7. MK MK

    Hace tanto tiempo que no piso sus calles!!! cayeron las torres y le cerré mis puertas. creo q toca abriselas de nuevo. Leo tu crónica, Joana, y recuerdo ese sabor. Apetece.
    Besos!!!!

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