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Atrapar el aire

Uno de los mayores encantos de la moda es que da fe, cada primavera y cada otoño, del cambio de estaciones. Esa enormidad del concepto de «temporada» cuyo almacén de palabras es incontinente. Anticiparse a las escarchas cuando los días se alargan al inicio del verano. O soñar un bostezo de brisa mientras la tarde cae más puntillosa y breve. Éste es el pacto. Siempre ha sido mayúscula la intervención de la moda en el paisaje. Pequeñas figuras moviéndose al compás de una paleta de colores que hará rugir la maquinaria de la industria de norte a sur. En China, Tailandia, India, Nueva York, Milán, España o Turquía, las hiladoras regurgitarán a la misma hora algodones con animal prints y cuellos mao. La tendencia, como el amor, está en el aire y el reto es atraparla. Hace un par de meses, un senador demócrata de Nueva York, Charles E. Schumer tuvo una idea aparentemente brillante al presentar una propuesta legislativa que pretendía reformular la ley del copyright y así proteger los diseños de los creadores, uno de los pocos colectivos excluidos de la ley de propiedad intelectual, sin demasiados instrumentos para defenderse de las imitaciones y las copias. Pero, ¿qué es a estas alturas la obra única? Eso mismo se preguntaron muchos diseñadores, por qué, ¿qué sería de la moda sin los años 50, 70 o incluso 90; sin los homenajes cíclicos a Saint Laurent, las reinterpretaciones del New Look de Dior o los remakes del tailleur de Chanel? Sin duda no la reconoceríamos, ya que una de sus funciones consiste en apropiarse de referentes para darles la vuelta y convertirlos de nuevo en tendencia. La moda se nutre del pasado y necesita de modelos sociales, iconos y maestros para reordenar su partitura de temporada y así escribir un legado de intenciones.

Hoy más que nunca vivimos en una versión del mundo. Es tiempo de remakes, la cultura se reformatea, las cimas expresivas ya han sido alcanzadas por nuestros antecesores. Todo es repetición, declive, por ello hay que vaciar los signos. Nuestra sociedad se instala en la retroalimentación, el vintage y el coleccionismo como una forma de atrapar el tiempo y mirar al pasado. Frente a los asépticos centros comerciales, el repunte de los mercadillos ilustra como el reino del caos se impone como una buena alternativa en tiempos de crisis. Cambian los hábitos de consumo, pero el deseo de querer dar la mejor parte de uno mismo permanece incólume.

Durante los desfiles de Nueva York, Carolina Herrera nos hablaba en petit comité sobre su última colección: una lección de elegancia a través de sus trajes ligeramente orientales y a la vez muy Park Avenue. Influencias coreanas y botánica francesa del XVIII para los estampados.Y por encima de todo, la pasarela descendiendo de su pódium, a la misma altura que el público. Después de su desfile, Carolina nos invitó a comer en su casa una magnífica patata rellena y una ensalada de gambas frente a un jardín interior con hiedra y fuente. Y sin mantel. Hablamos de mitos, de gays, de diferencias de salarios, de los diseñadores americanos y en especial de Óscar de la Renta, de España, y por supuesto de la comida. Ni política ni religión, como en las buenas mesas. Y el café en el salón rojo, tapizado como los sofás. Alguién dijo: «Qué energía desprende». Recién cumplidos los setenta, la diseñadora inmortalizada por Warhol es una mujer lúcida que maneja a la perfección la elegancia y la naturalidad. No en vano, ella es la merecedora de nuestro Prix de la moda 2010 a la mejor trayectoria. Fiel a sí misma, Carolina Herrera también cree que la moda tiene que estar más cerca de la calle en unos tiempos donde la idea de placer se ha convertido en nuestra más preciada contraseña.

(Marie Claire)

Publicado en Mi Smythson

4 comentarios

  1. Acabo de pasar por el quiosco y he estado hojeando la revista de este mes. Os ha quedado un número muy redondo. ¡Enhorabuena!!

  2. El estilo, la tendencia, lo insasible.

  3. MARTIN GUEVARA MARTIN GUEVARA

    Ke maravilla de artículo. Me encanta que se haga énfasis en el pasado. No en la necesidad el modelo listop para ser reinventado o utilizado como retro, sino el pasado en toda su magnitud, ya que el vestir, y más que nada el vestir, que es la máxima baza que tenemos para pasear y recrear toda la manifestación anímica de nuestro minúsculo e inmenso ser, en la categoría ascendida a Moda, la masa pasea el inconsciente y el consciente colectivo. Y , la historia atesora tantos momentos con sintomas idénticos a los actuales, que es casi imposible no aprovechar los aciertos estéticos de otrora.
    La Historia experimentó ciertos cambios, cuando la gente que se hacía la pregunta ¿ Y por qué?, pasó a formularse, ¿ Y por qué no?.

  4. Regina Regina

    Magnifique! Com sempre!

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