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Todo empezó en esta escalera

1987. Ella tiene sesenta y cinco años. Viste un pantalón de pinzas en tweed, ceñido a la cintura, y una camisa de corte masculino. Cierta melancolía que siempre tiñe el rictus de las herederas. Media sonrisa, la mirada en ninguna parte. Veamos sino su mano izquierda, dedos largos, huesos nobles. «Déjela en el aire, así, como suspendida», le diría tal vez François-Marie Banier. Fue un encargo de la revista Egoïste, una de las pocas entrevistas concedidas por esta hija del panadero que inventó el primer tinte de pelo —nacido L’Auréale—. Banier es listo, simpático, buen retratista, y un excelente relaciones públicas que ha frecuentado a Paul Morand, Saint Laurent y Dalí. Después del retrato llega la chispa: «Me hace reír» dijo ella. 25 años de diferencia no es nada, una historia más de joven homosexual abducido por una anciana, ¿o es al revés?

Tiene cierta tradición el amor mitómano de homosexuales más jóvenes que ellas, primas donnas: Elizabeth Taylor, Sara Montiel, Gina Lollobrigida… Amores aún sospechosos, nada que ver con los ancianos Murdoch, Woody Allen o Plácido Arango y sus jóvenes esposas, todo tan convencional.

En La vie matérielle Marguerite Duras escribe: «Me ha ocurrido esta historia a los sesenta y cinco años con Y. A., homosexual. Es sin duda lo más inesperado de esta última parte de mi vida, lo más terrorífico, lo más importante». Entre ambos, 40 años de diferencia. Yann Andréa, el amante, marcó su etapa más biográfica, incluso los críticos le llamaron a esa época «el ciclo Yann Andréa». Él le pasaba las novelas a máquina, como Vera Nabokov y Zenobia Camprubí. Cuando Duras murió, engordó 20 kilos. Y tuvo que escribir contra los demonios Cet amour-là.

Hace una semana, la octogenaria Bettencourt ha dicho, según el abogado Kiejman: «Ya es demasiado, ¡fuera del testamento!». Como si en verdad lo que quisiera decir es «no soy una vieja loca». No sé si a Bettencourt la acabó examinando un psiquiatra para dedicir si sufría enajenación. Sería escandaloso. Mucho más que los amoríos millonarios de una mujer libre. Mientras el mundo parece respirar tranquilo desde su sofá tapizado, ahí queda el retrato.

A propósito de Bettencourt: me envía Arcadi Espada esta noticia que publica hoy Le Monde: «Le domicile de Liliane Bettencourt perquisitionné».

Publicado en Mi Smythson

5 comentarios

  1. Santiago Santiago

    Apasionante artículo. Lo de Bettencourt me parece una especie que cajón secreto desde donde van apareciendo sorpresas cada vez que alguien lo abre.
    Por cierto, felicidades por el estreno del blog y mucha suerte.

  2. Perceval Perceval

    Bien visto: la atracción mitómana-fetichista homosexual por las estrellas de antaño es una categoría que creo nadie había conceptualizado hasta la fecha. ¡Enhorabuena, gran debut!

  3. MK MK

    Mi queridísima y admirada Joana, amiga, jefa y mecenas, te felicito por tu nuevo blog, que espero que sea un lugar para tu distensión y diversión, y que consigas alejarlo del cajón de las responsabilidades y obligaciones, que sé que tienes muchas y que te quitan tiempo contigo, tus nenas, tu amor y tus amigos.
    Te seguiré de cerca, como siempre, y también siempre supeditada a los ratos que me quedan al final del día.
    Todo mi cariño y un beso enorme.
    MK

  4. Coché Echarren Coché Echarren

    Me encantan estas historias por todos los convencionalismos con que rompen: la idea de que la identidad sexual es algo rígido, la creencia en que las mujeres mayores son asexuales o no tienen vida amorosa, la tendencia a considerar más normal que el hombre debe sea mayor que la mujer en una pareja…
    Buen artículo. Me ha gustado mucho la elección del tema. Te seguiré leyendo.

  5. Estimada Joana.
    Te sigo a través de los editoriales de MC, que son lo primero que leo nada más abrir la revista. Las ideas que encuentro en ellos, expresadas de manera impecable, son un soplo de aire fresco en esta sociedad aparentemente evolucionada pero en la que todavía las mujeres tenemos que luchar contra dualidades que parecen irreconciliables: ser seria o frívola, profesional o divertida, inteligente o guapa. Tu talento, el que queda plasmado en los editoriales y el que refleja la propia publicación, es una prueba de que podemos luchar contra esta obligación de escoger, y podemos vencer.

    Celebro que tu habilidad comunicativa tenga otra vía más para hacernos llegar tus reflexiones. Compartir parece ser la clave de un futuro donde el pensamiento nos hará evolucionar sin dejar de ser quien somos.

    Enhorabuena por esta iniciativa.
    Un abrazo

    Marta.-

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