Tres niños lloran y gimen durante todo el trayecto, y como no son mis hijos me revuelvo contra mi dolor crónico. No soy una migrañosa, como Siri Hustvedt, que ha dejado epatado incluso a Oliver Sacks con La mujer temblorosa o la historia de mis nervios. La autora, escritora, poeta, esposa de Auster, desgrana todo su periplo contra el dolor para acabar concibiéndolo como una parte más de su existencia: «Cuando dejé de pensar en lo que me pasaba como “el enemigo” di un vuelco y mejoré. No me curé, mi bienestar no era constante, pero mejoré. Las metáforas importan». Nuestras metáforas. Según unos investigadores de la Universidad McGill de Canadá, fumar cannabis ayuda a mitigar el dolor crónico, y además, cómo no, aseguran que mejora el estado de ánimo. Trastornos neuropáticos tratados con un porro, mira tú, un gran asunto.
Mientras estoy escribiendo este post, en un hotel con vistas a Columbus Circle, contemplo el Hudson rodeado de empanadas de cristal. Un barco, sólo uno, surca la mañana azul. Es 11 de septiembre. Hace nueve años. El cielo limpio, y el pastor Jones afirmando que cree que no está loco: «cree», el instinto pirómano convertido en un asunto de estado. En unos minutos empezarán las conmemoraciones en la zona cero, pero en el Lincoln Center arranca la Fashion Week. Ayer, en el mismo coche que me llevaba al hotel, me detuve una media hora en Madison Avenue. Eran las nueve de la noche y en las tiendas no cabía ni un alfiler; las it girls celebraban la Fashion’s Night Out, una iniciativa de Anna Wintour —el diablo se viste de Prada— que se celebra de forma simultánea en varias ciudades del mundo. En Dolce & Gabbana rendían homenaje a Naomi Campbell: veintinco años de carrera. «Hello Naomi, hello Joana» cuatro palabras, ella, con su piel tan lucida y su charity, Fashion for relief. Las fotos de Bruce Weber, Demarchelier, Lindberght. Otro día las cuelgo y hablamos de los diamantes de sangre (hoy lo hacen en el Financial Times Weekend, en Watches&Jewellery: “Spotlight on some blood stained stones”). Un desfile en miniatura y un martini con vodka. Van Gogh Blue, triple wheat vodka: «You like your house clean. And your vodka martines as dirty as they come», así las gastan.
Caí rendida muy de madrugada —hora española— mientras algunos neoyorquinos aseguraban por la tele que en NY había que construir más mezquitas. En Marruecos, gracias a una mujer sensata —la ministra de Asuntos Sociales, Nouzha Skalli— ya no despiertan a los turistas de madrugada, aunque el gesto de imponer que no se llamara a la oración a esas horas en que ni canta el gallo le costó amenazas de muerte de los extremistas. En este hotel mandarín no se escucha el rugir de la ciudad, ni el eco migrañoso de la zona cero. Voy a bajar sesenta pisos para escucharlo y olerlo.
Hola, Joana,
Com ho puc fer per enviar-te un missatge privat, que no surti al mur?
Gràcies!
Regina.
Aiish!! Ny never sleeps!!