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La noticia y la costumbre

En la región de Issan, al nordeste de Tailandia, ha crecido la población. Según The New York Times, esta zona se ha convertido en el nuevo destino de más de 11.000 maridos occidentales atraídos por la ralentización del tiempo y el bajo coste de la vida, pero sobre todo por la «reputación exótica de sus mujeres». Lo que más llama mi atención son las declaraciones de los flamantes esposos: «Las mujeres tailandesas son muy parecidas a las mujeres de Estados Unidos hace cincuenta años», afirma uno, mientras que un ex oficial naval asegura que ahora que ellas saben que son iguales la situación no es tan relajada como puede serlo entre un estadounidense y una tailandesa. El asunto de las parejas mixtas es una vieja fantasía que a menudo ha cristalizado en el imaginario de Occidente. Puras excepciones las del triunfo absoluto del amor sin IVA, la mayoría de uniones son el resultado de una transacción mercantil entre individuos que en sus países de origen estarían al borde del desahucio y muchachas escandalosamente jóvenes cuyo principal interés es salir de la miseria.

De Norte a Sur, amor, mujeres y precariedad van de la mano. Tal vez si la mayoría de estos matrimonios prosperara —un gran porcentaje terminan en divorcio— podría comprender la nostalgia de estos varones respecto a las mujeres de hace cincuenta años. Pero aquella ama de casa perfecta que en América mojaba sus penas en un dry martini y aquí con agua del carmen es un anacronismo, aunque algunos se empeñen en regresar al pasado desde los rincones más pobres del mundo.

La histórica activista Empar Pineda aseguraba hace unos días en Chiclana que el feminismo ya no es noticia, casi no interesa a los medios. En un curso acertadamente titulado «La noticia y la vida», dirigido por Arcadi Espada, Pineda recordaba los tiempos en que los medios hacían de altavoz de lo que discutían las 3.000 mujeres reunidas en la Universitat de Barcelona en mayo de 1976, y también escuché cómo alentaba a reinterpretar el discurso feminista alejándolo de un victimismo contraproducente.

La lucha por la igualdad como sinónimo de lucha por la vida no es noticia, sino costumbre. Cada día mueren mil mujeres durante el embarazo y el parto; en un 99% de los casos sucede en países en vías de desarrollo. Allí de poco sirven las teorías entre tesis igualitarias y reenfoques científicos acerca del cerebro femenino. Las Naciones Unidas, en su reciente foro sobre los objetivos del Milenio, se han mostrado optimistas acerca de la reducción de la pobreza extrema, pero en cambio son escépticas ante la igualdad de sexos y la reducción de la mortalidad materna. El mundo avanza a distintas velocidades.

Ya ven, hombres que quieren retroceder medio siglo para hallar a la perfecta amita de casa y mujeres sin anestesia ni futuro que no sobreviven al parto porque su vida no vale nada.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

11 comentarios

  1. Pepa Pepa

    Al feminismo le a pasado lo mismo que a otros movimientos, lo han desprestigiado. Yo sigo siendo una feminista convencida, sin embargo.
    Me ha gustado mucho tu post.

  2. emigrante emigrante

    En Alemania están echando un programa que se llama “Bauer sucht Frau” que se puede traducir como “granjero busca esposa”, no se si en España hay algo parecido. Antes de eso estaban las caravanas de mujeres. En España se prefieren las latinoamericanas por afinidad lingüistica y cultural. Ahí está la magnifica película de Icíar Bollaín Flores de otro mundo para mostrarlo. Los alemanes, además de Tailandia, se van a buscar novia a los países del este de Europa, sobre todo rusas. Quizá el caso más llamativo sea el de los serbios de Kosovo que se van a buscar esposa a Albania. Las serbias huyen del campo y de los albano-kosovares y en Albania hay un hombre por cada siete mujeres porque la mayoría de ellos emigra al extrajero, cosa que una mujer musulmana no puede hacer así como así si está soltera.

    Pero una cosa es no encontrar pareja en casa y tener que recurrir al producto de importación y otra el turismo sexual con boda incluida. Las mujeres también lo practican aunque no tanto como los hombres. Si ellos prefieren las asiáticas y se van a Tailandia, ellas prefieren a los africanos y se van a Kenia y Tanzania. Hay una película alemana basada en un caso real que narra la historia de una turista casada con un guerrero masai.

  3. Mu Mu

    Pepa, yo creo que al feminismo lo han desprestigiado también muchas (y muchos) feministas, que han abrazado la vertiente puritana y estás concentrados en quitar las tetas de televisión, usar el femenino para palabras que no tienen raíz masculina como juez o que no proceden como miembra (¿un hombre se sentiría ofendido por ser llamado “persona” en femenino?) o promocionar un feminismo basado en la diferencia (en vez de la igualdad), la promoción de las amas de casa y el enfrentamiento con los hombres. Generalmente este tipo de feminismo es más dado entre las personas que viven del feminismo, aunque sea parcialmente como algunas políticas.

    Por favor, no interpretéis mi post como antifeminista. Me emociona la lucha que las mujeres han llevado hasta ser reconocidas como iguales, y soy consciente, precisamente, de los problemas que aún hoy tienen las mujeres. Mientras se pierde el tiempo con cuestiones como las anteriores, las mujeres siguen cobrando menos y estando alejadas de los círculos de poder. Eso en el mejor de los casos, porque en el mundo empresarial más típico de España, la caspa machista es impresionante, incluso entre empresas modernas. Conozco casos como el de una amiga, bastante joven, a la que le preguntaron qué opinaba su marido sobre un traslado, o una jefa de proyecto que se hacía pasar por secretaria para no despertar el recelo del cliente.

    Y todavía existen muchísimos países donde las mujeres, incluso algunos muy avanzados como Japón, son pisoteadas, y lo peor es que ellas no tienen conciencia de que deben mejorar su situación.

    Admiro, como he dicho, la lucha feminista, pero creo que ha llegado un momento en que se ha reconocido oficialmente a las mujeres como iguales y se ha quedado un poco sin saber por dónde tirar. Y algunas direcciones equivocadas son las que han causado el recelo en muchos hombres y algunas mujeres. Espero que algún día recobremos el buen rumbo, porque hay mucho trabajo por hacer.

    Ah, y a mi también me ha gustado (y espantado) el post. Las críticas que he lanzado al feminismo actual no se aplican a él, como creo que entenderéis.

    Un saludo.

  4. Laura Laura

    Se ha reconocido “oficialmente” a las mujeres como iguales. El quid está en ese “oficialmente”. Porque sobre el papel somos iguales, pero en la práctica, para nada.

    Por tanto, la lucha sigue siendo necesaria. Y no veo incompatible el luchar por igualar los salarios (por ejemplo) y en quitar las tetas de la televisión. Porque a mi como mujer me ofende que mi salario sea menor por igual trabajo. Pero también me ofende que hasta para anunciar un detergente sea necesario enseñar unas tetas.

    Porque ambas cosas, aunque parezcan distintas, son facetas de una misma cuestión. Como mujer, tengo valor en cuanto objeto sexual. Si no se me tarifica según ese concepto, valgo menos; y puedo, por tanto, recibir menor salario.

    Así que insisto, la lucha debe seguir. Y en todos los frentes. Decir que el feminismo ha perdido la senda es sólo una excusa para dejar las cosas como están, e incluso retroceder. Prefiero un feminismo extraviado a ningún feminismo.

  5. Mu Mu

    Laura, lo de “oficialmente” iba con toda la intención. Quiero decir que ahora que tenemos nominalmente los mismos derechos resulta mucho más complicado vislumbrar cuáles son las metas y, sobre todo, cómo conseguirlas. Porque cuando de lo que se trata es de que un gobierno modifique la ley para que las mujeres puedan votar, es muy fácil ver contra quién hay que protestar y qué hay que cambiar exactamente. Pero cambiar las percepciones y usos de unas sociedad que oficialmente nos reconoce como iguales y da los mismos derechos a nivel de ley, es algo mucho más farragoso y sutil.

    En lo que no estoy de acuerdo contigo es en lo de las tetas, y usaré un contraejemplo. Creo que casi todas las mujeres heterosexuales que vean la tele recordarán un anuncio, hace años, de colonia Lacoste (creo que era), en la que un señor en bolas iba corriendo dando patadas a cojines. Recuerdo haberlo oído comentar mucho entre mis amigas, especialmente el buen tono físico de dicho señor. ¿Esa persona me estaba degradando a mí como hombre? ¿Me estaban usando como objeto? Mi postura es que me gusta, o al menos me da igual, que mis amigas se alegrasen la vista viendo a un señor cuyo talento es precisamente alegrar la vista de los/las demás (y sus esfuerzos le habrá costado).

    No tengo por qué ocultarlo, me gusta ver a señoras desnudas. Es una cuestión de nuestra biología y no encuentro razón para reprimir este comportamiento. No quiere decir, sin embargo, que vea a las mujeres como objetos, y no creo haber tratado nunca a una mujer como algo distinto a una persona.

  6. “Pero también me ofende que hasta para anunciar un detergente sea necesario enseñar unas tetas. ”

    ¿Por qué?

  7. Laura Laura

    Pues señores, para mi es tan evidente que me sorprende que haya que explicarlo. Pero lo intentaré.

    La publicidad sigue ofreciendo una imagen de la mujer que queda en el imaginario colectivo e impide avanzar. Tenemos tres opciones:

    La imagen erotizada de una mujer que nos convierte en objetos sexuales. Me parece perfecto que todos nos alegremos la pestaña con los/las modelos de buen ver, pero ¿es necesario un hombre desnudo para anunciar una colonia? ¿Es necesario ver el movimiento de los pechos de una animadora a cámara lenta para anunciar el Seat Ibiza? (Este último anuncio se pasó por internet, no sé si llegó a la tele). ¿Trae el coche esos pechos de serie? ¿No? ¿Entonces que pintan en el anuncio?
    Hay publicidad ingeniosa, llena de talento, que consigue vender igual sus productos sin tener que recurrir a estas estrategias. A mi, cuando veo anuncios en los que se sexualiza a los hombres, me da pena. En vez de elevar a la mujer, hemos denigrado al hombre también: viva la igualdad.

    Luego está ese otro tipo de publicidad que ayuda a mantener los roles asignados tradicionalmente a las mujeres. Son mujeres las que ponen la lavadora, friegan los platos y el suelo, hacen la compra, cuidan de los niños… A veces se las rodea de un entorno profesional, pero están en el trabajo pensando en cómo lavarán la blusa que un compañero les acaba de manchar.

    Y por último: las mujeres tenemos la regla, sufrimos sequedad vaginal y pérdidas de orina. Por desgracia, sí. Pero también nos toca anunciar remedios contra los gases o el extreñimiento, pomadas para las hemorroides, cremas para las varices… y que yo sepa esas dolencias las sufren también los varones.

    Así que tenemos: mujeres cañón (de dónde se derivan trastornos alimentarios, operaciones de estética… )O bien mujeres que deben asumir el cuidado familiar y del hogar (lo que no ayuda a difundir la idea de un justo reparto de tareas). O mujeres asquerosas que sangran, se mean, tienen hemorroides y extreñimiento…

    Todo eso se difunde por la TV y cala en una socuiedad que ve la televisión una media de tres horas al día. La televisión crea modelos de conducta, debería preocuparnos qué modelos son esos, y si a nuestra sociedad le interesa seguirlos.

  8. Lolanosecalla Lolanosecalla

    Lo que es un poco incongruente es que la publicidad, el cine, la moda, opten por un tipo determinado de mujer, exuberante, perfecta, joven, etc. y cuando una mujer adopta un estilo informal, sexy, libre, etc. es criticada y poco respetada por los hombres de su entorno. Incluso los más serios y formales, se sienten con derecho a hacerle comentarios que suelen ser “desenfadadamente” ofensivos y encima si muestras incomodidad te espetan que si te vistes así es para que te miren. ¿En qué quedamos? ¿Los hombres prefieren mujeres sumisas como hace 50 años que colmen todos sus deseos?¿O compañeras con las que tener una relación inteligente y de igual a igual?
    A estas alturas de mi vida no voy a cambiar, pero es por saberlo.

  9. Es manifiesto que la mujer está perdiendo terreno y no hace falta irse a Thailandia. Hay casos de abusos e incluso raptos entre adolescentes. Chicos de 15 y 16 años que someten a sus novias, que las alejan de su familia, de sus amistades. Se ha trivializado y comercializado con la violencia de género y los datos suenan a agua que cae por la cisterna. Ya casi nadie le presta atención. Es terrible pero las chicas sueñan con ser Barbie y no Madame Curie y se repiten los viciados esquemas del pasado de dominador y dominado. Terrible.

  10. “La imagen erotizada de una mujer que nos convierte en objetos sexuales. Me parece perfecto que todos nos alegremos la pestaña con los/las modelos de buen ver, pero ¿es necesario un hombre desnudo para anunciar una colonia?”

    Pues no, no es necesario, pero se hace porque al parecer las cifras dicen que hace que vende más.

    Por otra parte, dice usted que la presentación de un cuerpo humano desnudo bien desarrollado es denigrante, sea del sexo que sea. Explíqueme por qué es denigrante la desnudez (o la semidesnudez, en este caso), por favor.

  11. Jose Jose

    No recuerdo ningún anuncio de detergente que use tetas para vender. Si soy consciente de que hay gente que ve tetas mal usadas por todas partes.

    Creo que la mayor parte de los comentarios como el de Joana Bonet olvidan una realidad elemental: el feminismo ha ganado, como el sindicalismo o la ecologia. Son ideas que nacen con dificultad, se desarrollan contra enemigos poderosos y acaban siendo asimiladas. En términos históricos, el feminismo ha sido asimilado en un segundo. Quedan batallas puntuales, pero el principio nadie lo discute. Nadie se trave ya a discutir que las mujeres tienen los mismos derechos o la jornada de 8 horas.

    Respecto a lo del matrimonio con tahilandesas, que es de donde sale lo demas, creo que Joana Bonet deberia revisar los matrimonios que conoce. La gente se empareja por criterios subjetivos y hay muchos que lo hacen con alguien mas tonto, mas listo, mas pobre o mas rico por razones prácticas y de conveniencia, sublimadas o no, y no creo que uno deba andar proyectando juicios de valor sobre lo que hacen los demas.

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