Los primeros que se presentaban como asistentes de un diseñador, arquitecto o empresario tuvieron que barrer complejos demostrando que, si bien su puesto conllevaba alguna orden de tipo doméstico, la suya era una posición de confianza y privilegio. Casi tan ocupados como si fueran ellos las estrellas, con un alto nivel de presión y una diversificación de tareas que van desde ayudar a hacer los deberes de los hijos hasta la documentación de una ponencia, el assistant ha ido ganando poder de influencia y sacando la patita del pedigrí, hasta el extremo de ocupar el foco. Ahí está Hollywood, sin necesidad de guión, donde los assistants de Lady Gaga, Naomi Campbell, Lindsay Lohan o Claire Danes se encargan de airear trapos manchados: desde tener que dormir con ellas cogiéndoles la mano, hasta encender velas de azucena a su paso, o recibir un telefonazo en la cara.
Tanto es así que dos jóvenes mallorquines -Brais Vilasó y Xim Ramonell- decidieron explicar el fenómeno de la moda desde esa “segunda línea” y empezaron a editar una revista de moda llamada Assistant, en la que en lugar de ir a por los grandes se ocupan de buscar a sus manos derechas: jóvenes que saben mucho más de lo que cuentan y que aprenden de sus jefes cuán esquivo y peligroso es el éxito. “Ser asistente no es tanto ser el segundo como el siguiente. Ser una máquina de absorber, y en el momento justo dar el salto”, señala Vilasó. Primero hay que construir la confianza y, progresivamente, hacer valer las buenas ideas propias, hasta que un día, el jefe se da cuenta de que quien de verdad manda es su assistant, y tiene dos opciones: despedirlo o cederle el paso.
GRACIAS… y Muchas!
Lourdes Carbó
Gracias por hacer un hueco a los assistants.. No sé si és nuestra hora o no, pero nosotros seguimos.
Nos leemos.