Son las 11.30 de la mañana del día después de la crisis Carod-Rovira. Una bomba química en plena quilla del PSOE. El candidato no ha cancelado la cita, como nos temíamos. Las fieras del circo político piden su cabeza. Él no piensa entrar a ese trapo. A la entrevista llega sin rastros evidentes de una noche en vela. Ha desayunado su café con dos tostadas con miel de Yunquera (Málaga), como siempre. Sereno, tranquilo, como si no tuviera prisas; “nunca pierde la calma”, aseguran sus más fieles colaboradores. Ha dormido sus seis-siete horas habituales. Ha dominado con éxito ese remolino tan rebelde que tanto le importuna. Hay un enjambre de mujeres a su alrededor durante la sesión. Y él, en su salsa. Cosas de vivir en un gineceo doméstico, mujer —Sonsoles— y dos hijas —Alba y Laura—. Vallisoletano de nacimiento, leonés de adopción, 43 años y fama de seductor en la distancia corta. Ajeno al lenguaje testicular. Un estudioso de la semiótica que hubiera presenciado la entrevista destacaría en él un campo semántico cuajado de términos como valores, paz, amor, bien, belleza. Más arcangélico que guerrero. “No utilizo armas químicas”, nos anuncia. En la entrevista, ¡oh, sorpresa!, no le acompaña ningún agente de prensa, asesor o asistente como es habitual entre la clase política. Dicen que ha feminizado al PSOE. Se sienta, hace un giro algo forzado con la cabeza para clavar sus ojos verdes oceánicos en las interlocutoras y desgrana un discurso sostenido, apasionado, electoralista. Lo romperá para contar, por ejemplo, que le gustaría vivir en la montaña, junto a un río truchero. El gladiador gentil que ha hecho de “fuerza y honor” su lema bebe agua. Ah, y prefiere las rosas blancas.
“No soporto el machismo, y la primera ley que enviaré al Parlamento será una ley integral contra la violencia de género”. Lo dijo usted en la clausura de la conferencia política, hace apenas un mes.
En efecto. Uno de los elementos que más distingue a las sociedades retrasadas de las avanzadas es el machismo, como uno de los elementos que define al hombre formado en libertad es no tener ningún residuo de machismo. Los chistes machistas, las leyes machistas, los comportamientos machistas en la empresa, en la política, son una rémora para conseguir la igualdad.
¿Pero cree que con una ley se puede cambiar algo tan arraigado cultural y socialmente?
Hay leyes que han cambiado las cosas. La sociedad española ha dado un avance muy grande en los últimos veinte años, en pro de la igualdad del hombre y de la mujer, pero aún nos quedan otros diez o quince años. Y yo quiero que se conviertan en cuatro. Una de las experiencias más reveladoras es mi llegada a los despachos de las grandes empresas o de los grandes bancos. La última mujer que veo es la azafata que me acompaña a la puerta. Es difícil ver a una mujer en un consejo de administración o presidiendo una empresa.
No sé si el primer día que entró en la sede de su partido tuvo la misma impresión.
Digamos que las compañeras del partido han hecho una lucha sistemática y tenaz. Ha costado, cuesta, pero se ha avanzado un trecho impresionante. Mi experiencia, además, es que las mujeres en política trabajan mejor que los hombres.
Decía Unamuno que los hombres ven a través de las mujeres. Usted ha elegido una mujer de 32 años como portavoz de la ejecutiva. ¿Qué es lo que le decidió a nombrar a Carme Chacón?
Me decidí por Carme porque responde a los valores ideológicos y de convivencia en igualdad, al perfil que quiero que la sociedad española vea como ideal. Es una mujer libre y formada, radicalmente defensora de la mujer.
Y cañera, implacable a veces.
Bueno, sí, un poco más cañera que yo. Además, a la hora de trabajar, las mujeres son más concretas, más directas, pierden menos el tiempo y compiten con mucha más inteligencia.
¿Por qué cree que se le ha vetado a la mujer el lenguaje del poder y al hombre el de los afectos?
Es simplemente la actitud de dominio del hombre. Sabemos que el dominio tiene más que ver con la fuerza física que con el rol biológico y sentimental en el escenario de pareja. Es muy dramático que esa actitud haya pervivido durante tantos siglos y un grandísimo defecto de la condición humana.
¿Por eso usted se empeña tanto en mantener el tono conciliador, en no levantar la voz?
De hecho, alguien ha escrito que he querido introducir un tono de feminidad en la política. Me sorprendió la reflexión. Pero es bastante evidente que la política, como decía Azaña, es el estadio más elevado de la cultura. Y la cultura es incompatible con la agresividad, con las malas artes. Es el mejor escenario de la libertad y la creatividad que tiene el hombre.
Pero en el PSOE parecen seguir necesitando un poli bueno —usted— y un poli malo —Caldera—. Esos roles son inmutables.
Es más una exigencia del público. Pero creo que no pasaría nada porque toda la política adoptara un lenguaje y un comportamiento por el discurrir de la razón, de las buenas formas, no por el camino de la agresividad o el carácter. Como esos que dicen que llevan los pantalones bien puestos. Yo prefiero decir que llevo la sensibilidad bien puesta.
Todos los días escuchamos manifestaciones machistas, incluso en las sentencias de algunos jueces.
Las sentencias machistas son increíbles, como lo es que Fraga diga que un abuso sexual a una menor es una nimiedad. Me parece gravísimo; no sé cómo puede seguir un minuto más en su puesto ni en su partido alguien que representa a la ciudadanía.
Abuso sexual y acoso sexual, de los que conocemos casos a diario, aunque la mayoría sigue callando. ¿Qué medidas va a adoptar el Partido Socialista contra esta especie de suicido profesional que es denunciar acoso sexual?
Nosotros hemos estado trabajando durante estos últimos años con prácticamente todas las organizaciones en defensa de la mujer, y la respuesta que hemos obtenido con ellas es la necesidad de construir la ley integral contra la violencia de género.
Con esa ley en la mano, ¿se podrá condenar a un acosador a algo más que el pago de 2.000 euros más 12.000 de indemnización, como en el caso de Nevenka Fernández?
Hay que cambiar eso, y lo que me parece una laguna intolerable del ordenamiento jurídico es que en el momento en que una persona tenga esa sentencia no deje su cargo público.
¿Qué medidas concretas contemplará esta ley?
Medidas preventivas que tienen que ver con la escuela, la educación, los valores. Medidas de refuerzo de todas las garantías de seguridad, jurisdiccionales, económicas, sociales, para garantizar que una mujer en esas circunstancias tenga todas las oportunidades y no haya discriminación. Medidas endurecedoras de las condenas por parte de las autoridades judiciales en relación con la violencia de género y los malos tratos. Y un observatorio de evolución de la violencia de género.
¿Ha conocido a alguna mujer maltratada?
Sí, y mi vivencia ha sido terrible. Era una amiga, tenía un hijo y un marido con problemas de alcoholismo. La perseguía; ella se tuvo que ir a otra ciudad. Seguía persiguiéndola. Un día le dio catorce puñaladas. Creo que una sociedad no puede despertarse tranquila sabiendo que al año hay 50.000 mujeres que denuncian malos tratos.
¿Qué sensación tuvo al entrar en un centro de acogida de mujeres maltratadas?
De rabia, porque seamos todos tan pasivos y tan poco valientes a la hora de acometer este problema. También pensé en todas aquellas mujeres que habrán sufrido durante años maltrato de sus parejas. Que se van a ir de esta vida en silencio. Ése es el silencio de las mártires.
El de los malos tratos es un tema fuerte de precampaña, como también el de la paridad. Pasqual Maragall la prometió durante su campaña, pero la presencia de mujeres en su Gobierno sólo ha llegado al 23%. ¿Por qué cuando se está en la oposición el tema de las mujeres es “comercial”, pero cuando se llega al poder desaparecen esos buenos propósitos?
El hecho de que sea un Gobierno de tres partidos lo ha complicado, y sé que Maragall tiene un gran disgusto. A mí, sinceramente, no me ha gustado, porque tenemos un compromiso muy fuerte y muy serio con la paridad. Será una ley que llevaremos al Parlamento y defenderemos.
A día de hoy catorce mujeres cabezas de lista en el PP, frente a las doce del PSOE. ¿Nos garantiza la paridad?
Si es por el criterio de cabeza de lista, es evidente que tenemos que inlcuir más mujeres. Pero con absoluta garantía, tendremos un 40% o más de mujeres en el grupo parlamentario.
¿La dificultad está en encontrar mujeres válidas o en luchar contra los prejuicios y temores de los compañeros de partido?
Lo difícil son las dos cosas. Todavía hay más hombres disponibles en las primeras líneas activas, y hay muchas más mujeres limitadas por la vida familiar. Os puedo decir que yo he hecho algunas ofertas de tareas políticas, y las limitaciones son siempre mayores para ellas. Y también hay una cierta mentalidad machista.
¿También entre los suyos, sus compañeros socialistas?
Por supuesto, en toda la sociedad. Hay una especie de duda última cuando se habla de ministerios pesados, donde están las cosas más delicadas, como Economía, Defensa, Seguridad del Estado. Estoy convencido de que hay muchas mujeres que lo pueden hacer muy bien.
El PSOE puso ministras en las plazas teóricamente más “blandas”, Educación, Asuntos Sociales. El PP ha puesto a una mujer en Asuntos Exteriores, un ministerio duro.
Y no estaría mal que hubiera una ministra de Defensa. La hay en Chile y es quizá la política mejor considerada.
Si el problema de base tiene que ver con la conciliación de la vida familiar y laboral, ¿qué piensa hacer al respecto?
Hay que hablar de igualdad, más que de conciliación. Democracia en la familia. Eso supone compartir las tareas y tener una adecuada ayuda de los servicios públicos. Escuelas infantiles, conciliación del permiso de paternidad del padre y el de la madre, incentivación de la excedencia por razones familiares, contratos a tiempo parcial para el padre y la madre en los primeros años de vida del niño…
220.000 mujeres pidieron la baja por maternidad el año pasado, frente a 3.321 hombres. ¿Conoce a alguno de su partido que se acogiera a la baja?
No, la verdad. Lo importante es ganar una conquista de mentalidad social.
Pero mientras los hombres sigan ganando un 27% más que las mujeres, será difícil que se acojan a la baja tal y como está planteada. Eso nos lleva al tema de la desigualdad salarial.
Cierto. Para llegar a la igualdad salarial hay que revisar la inspección de trabajo e incentivar a las empresas, de modo que si avanzan en este sentido tengan una consideración especial por parte de la Administración.
¿Piensan mantener los cien euros de ayuda a las madres trabajadoras que tanto han criticado?
Creo que mientras no se extienda la red de guarderías es una medida que hay que mantener, pero una vez que la haya se ofrecerán varias alternativas a las madres.
¿Qué papel han tenido las mujeres en su vida?
Con mis hijas me ha ocurrido un fenómeno muy curioso, quizá por un residuo machista. Cuando Sonsoles y yo decidimos tener hijos después de un par de años de estar juntos, mi ilusión era tener un niño. Ahora firmaría por cinco, seis o siete niñas.
¿Qué idioma habla con las mujeres en la intimidad?
Ja, ja, ja… El de la imposición de la igualdad, me lo impongo a mí mismo, y sin duda alguna ha sido determinante en la convivencia con mi mujer. Yo creo que ella ha ido limando los peores aspectos de la educación machista. Seguro que no lo ha conseguido en su totalidad, es un problema educativo de los hombres de mi generación.
¿Hay alguna tarea doméstica que asuma en su casa?
Ahora es bien difícil porque tengo un problema de tiempo bastante serio, pero me vuelco más en las tareas relacionadas con mis hijas.
¿Ha pactado ya con su mujer qué papel asumirá ella en caso de que usted llegue a la presidencia del Gobierno el 14 de marzo?
Digamos que hay una especie de pacto de silencio, porque abordar esa situación antes de que se produzca no merece la pena. Cuando yo decidí ser secretario general del partido, ella tuvo que renunciar a su trabajo en un centro educativo de León. Ya en Madrid ha luchado por recuperar una de sus ilusiones, que es cantar. Ha logrado entrar de refuerzo en varios coros. Es una luchadora por su independencia y autonomía. Yo creo que si soy presidente del Gobierno querrá seguir haciendo todo eso, y yo lo respetaré profundamente.
Hombre de gustos sencillos, detesta la deslealtad, reconoce que ha llorado y se relaja pescando. ¿Añadimos algo más?
Siempre he pensado que la humildad, incluso en este mundo de vanidades que es la política, es una condición esencial de la buena convivencia. Lo que más desprecio en la vida es la prepotencia, la exhibición de los poderes del tipo que sean. La gente moralmente más valiosa que he conocido es gente muy humilde. Es como la puntualidad, que parece una obligación de los humildes y un derecho de los poderosos.
¿Y cómo se lleva con su cara y con su cuerpo?
Bien, no soy una persona muy interesada por eso…
Pero tenemos entendido que siempre le ha ido muy bien con las señoras.
Casi le diría que me ha ido muy bien con mi señora. He de decir que soy una persona de ideas fijas, de lealtad. La primera vez que vi a Sonsoles con aquel chubasquero amarillo, “El País” en la mano, en el hall de la facultad, cuando la vi y la miré a la cara, dije: “Tengo que hacer lo que sea”. Tuve mucho trabajo, mucha competencia, porque Sonsoles es una mujer guapa. Entonces supe que lo que debía hacer era invitarle a un proyecto vital compartido.
Habla de sentimientos en términos políticos.
Dicho esto, estoy tan enamorado de ella como el primer día, o más, y he sido absolutamente feliz.
¿Elige Sonsoles la ropa, le aconseja en asuntos de imagen?
Sí, sí. Contrastamos, le consulto a veces, le digo que no tiene ni idea…, pero no es un tema que me preocupe mucho.
Para preocuparse tendrá un asesor de imagen.
Hay varios asesores de imagen espontáneos, incluso gente que manda correos electrónicos diciendo: por favor, recórtese las cejas. El de las cejas es un elemento permanente de debate. Hay gente que me dice que me las arregle y otros que no las toque.
Diga la verdad, ¿se las ha retocado o no?
No, no, no me he cambiado nada, aparte del cambio de peinado. Pero me peiné a raya muchos años, luego me cansé y lo llevé para atrás. Tengo un pelo bastante rebelde que no es fácil de peinar.
¿Quién es su héroe o heroína en la vida real?
La persona que más admiro, por cercanía, es mi abuelo. La noche antes de que lo fusilaran escribió tres frases en doce palabras que resumían su ideología y yo las he hecho mías: “Ansia infinita de paz, amor al bien y el mejoramiento social de los humildes”.
¿Y su héroe de ficción?
Ya que estamos, “Gladiator”, ¿no? Y me han criticado por decir lo de “fuerza y honor” en un discurso. Lo dije el otro día como homenaje a un amigo que me lo repite siempre. Lo hizo cuando subí a hacer el discurso del 35 Congreso, el momento en el que nos jugábamos quién iba a ser el secretario general, o cuando he subido a los tres debates del estado de la nación. “José Luis, fuerza y honor”. Yo quise hacerle un homenaje, pero no iba a contar todo esto en público. Hay veces que en mis discursos digo cosas sólo para una persona porque sé que lo va a entender.
Un lugar donde le gustaría vivir.
Me gustaría vivir en la montaña, ésa es la verdad. Una montaña no muy alta con un buen río truchero, y el mar a no más de una hora y media.
(Marie Claire, marzo de 2004)
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